06 June 2023

Una oportunidad Oportuna: Promover el Papel de los Datos Climáticos y Medioambientales en la Gobernanza Colaborativa

Nos encontramos en un momento particular para los datos medioambientales y climáticos—están muy presentes en las agendas gubernamentales, en la estrategias de la sociedad civil, e incluso en la imaginación pública de la ciencia y los datos como componentes clave en nuestro esfuerzo por combatir el cambio climático. Por ejemplo, en los Estados Unidos, se están invirtiendo millones de dólares en el monitoreo del aire mediante las designaciones del Plan de Rescate Estadounidense1 , se están destinando recursos hacia la apertura de datos relacionados con el clima: y más que nunca, estamos viendo cómo el papel de las comunidades se está enfocando en el trabajo con los datos para abordar injusticias medioambientales y prepararse mejor para adaptarse al cambio climático. Pero en tiempos de abundancia relevante (como vemos en otros sectores) donde la rapidez puede superar el cuidado, existe una mayor necesidad de enfocarse en los fundamentos de por qué y cómo estamos enfocando las estrategias empleadas.

Mis primeras experiencias trabajando con datos medioambientales no fueron con los “datos” tal y como lo definimos, sino trabajando con datos como una táctica en la defensa de la justicia medioambiental. Al trabajar con las comunidades y organizaciones sin fines de lucro en la región del “Corredor del Cáncer” en Luisiana, bordeada con instalaciones de refinamiento de petróleo adyacentes a los vecindarios, conceptualizaríamos los datos como socialmente situados—cómo los datos podrían contar las historias de las personas—al recopilarlos en los terrenos de una iglesia o de una escuela en vez de un lugar lo más cerca posible de la valla de las instalaciones de refinación. Los datos ayudaron a plasmar experiencias y sentimientos en algo concreto y representativo, permitiendo que se convirtieran en una narración emotiva que pudiera ser comprendida y compartida ampliamente.

Esto sucedió hace unos quince años. Este trabajo coincidió con un punto de inflexión para Internet, cuando las redes sociales y los proyectos de red de las primeras oleadas de tecnología cívica y gobierno abierto estaban insertando de lleno la tecnología como un dispositivo mediador y constructor de comunidades en todos nuestros sectores, desde la justicia social y medioambiental hasta los medios de comunicación, el gobierno y la ciencia. Pasé más de una década con Public Lab2 centrándome en la aplicación de herramientas y prácticas abiertas, desde software y datos hasta hardware, para ayudar a las comunidades que se enfrentaban a injusticias medioambientales para contar las historias de sus experiencias mediante el uso de datos. Nos enfocamos en cuestionar los paradigmas descendentes de cómo fueron desplegadas las formas participativas de la ciencia, sugiriendo que la apertura podría llevar a mejores colaboraciones, accesibilidad (a las herramientas y datos disponibles), y a que las personas que viven con injusticias ambientales pudieran tener múltiples lugares de entrada en la gobernanza ambiental.

Mientras sentábamos las bases para una nueva oleada de pensamiento en la ciencia y los datos comunitarios junto a la incorporación de herramientas y tecnologías abiertas, el trabajo de Public Lab comenzó en uno de esos momentos de relativa abundancia. En ese momento, había un gran interés por parte del gobierno, el mundo académico, la sociedad civil, y la filantropía, y por tanto se proporcionaron los recursos que permitieron asumir riesgos y probar nuevos métodos en un intento por impulsar las transiciones necesarias en la ciencia, los medios de comunicación, el gobierno y otros sectores. Pero cuando el entusiasmo comenzó a mermar, aparecieron las grietas en estos nuevos métodos que se habían escalado y desplegado rápidamente.

A medida que madurábamos y más grupos y personas empezaban a entrar en el espacio, enfocados en construir métodos y herramientas para el monitoreo del medio ambiente, mi propio interés comenzó a desviarse hacia las complejidades que nuestro trabajo habían creado inadvertidamente en el proceso de trastornar un espacio o que se habían pasado por alto continuamente. Quedaba mucho por hacer para que los sistemas formales de gobernanza medioambiental se abrieran y se volvieran más receptivos a las estrategias, herramientas, tipos de datos y personas que necesitaban participar y que estaban cada vez más presentes a medida que aumentaba la disponibilidad de vigilancia medioambiental.

Mi tesis actual se basa en éstas grandes preguntas: ¿Cómo descomponemos los silos que existen actualmente entre los diferentes sectores para que podamos empezar a pensar de una manera diferente sobre los datos que tenemos a la mano? ¿Cómo podemos hacer un mejor uso de esos datos? ¿Cómo reflexionamos sobre los datos, la información, y las experiencias locales e históricas que tienen las comunidades? Empecé a reflexionar acerca de estas preguntas durante la administración Trump en los Estados Unidos, una época donde los retrocesos medioambientales eran la norma, las industrias contaminantes recibían un nuevo impulso, y las comunidades que soportaban la carga de la contaminación y el peso de la crisis climática una vez más se posicionaban como el enemigo. Era exactamente lo contrario a los momentos de abundancia que habíamos experimentado anteriormente, pero quizás un punto de partida sólido, ya que los retos políticos se habían amplificado enormemente.

No obstante, aquí estamos de nuevo en un momento de relativa abundancia, donde las agendas políticas están enfocadas en abordar la contaminación medioambiental y climática, en centrarse en la justicia, y en reclamar la puesta en marcha de programas a nivel de organismos (cómo están cumpliendo o no los objetivos es un artículo diferente) así como políticas y filantropía inclusivas y orientadas a la comunidad. La filantropía se está poniendo a la altura para destinar más fondos al espacio climático, y ahora más que nunca, estamos viendo personas comprometidas y activadas para encontrar soluciones que aborden nuestra dependencia de la energía sucia, bueno. . . que básicamente salven al planeta antes de que se vuelva completamente inhabitable.

En este momento de relativa abundancia, nuestro objetivo colectivo debería enfocarse en un paisaje de datos ambientales y climáticos cohesivo y holístico que represente verdaderamente cómo las comunidades experimentan la vida en un lugar. Debemos establecer un paisaje de datos que responda a las agendas nacionales e internacionales más amplias que pretenden conducirnos hacia fuentes de energía más limpias en el futuro, y al mismo tiempo, hacerlo de una manera justa. En nuestro clima actual, los datos no deben considerarse nuestro objetivo final, sino un signo de exclamación que pone énfasis en lo que estamos viendo, sintiendo y experimentando en relación con el cambio climático y la contaminación del medio ambiente. Los datos pueden ayudarnos a que la experiencia vivida se convierta en algo que pueda ser examinado y litigado; pueden señalar los matices de la experiencia entre comunidades que viven a kilómetros de distancia unas de otras. Los datos pueden relatar las construcciones contemporáneas e históricas de cómo la contaminación ambiental ha sido distribuida de forma desigual en todo el mundo. También pueden respaldar nuestras soluciones, el hilo que conecta a las comunidades que trabajan en problemas similares, y la última pieza del rompecabezas que conduce a la remediación medioambiental. Entonces, si bien los datos (y cualquier otra tecnología) no son la bala de plata prometida, los datos medioambientales serán una pieza clave del conjunto de herramientas para cambiar la forma en que las personas y los lugares se conectan.

En este momento de abundancia, hay dos ángulos clave desde los cuales trabajar que responden a un movimiento de datos multidireccional: la accesibilidad y usabilidad de los datos y el poder de los datos recopilados y gestionados por las comunidades. Estoy especialmente interesada en analizar estas áreas y cómo están siendo abordadas a medida que el espacio de los datos se interesa por el medio ambiente y el clima y el espacio de justicia y la defensa climática y medioambiental empieza a pensar más en los datos. Al mismo tiempo, el gobierno de los Estados Unidos (al igual que otros) está estudiando el papel ambiental de los datos a la hora de abordar las directivas de los organismos, como por ejemplo, a través de la iniciativa Justice40.3 Para ver movimiento y madurez en la conexión de personas, proyectos y agendas, nuestras directivas deben incluir trabajar conjuntamente en: 1) asegurar que los datos que tenemos disponibles sean accesibles y que puedan ser encontrados y utilizados; y 2) identificar dónde son más utilizables los datos e información de la comunidad, así como los lugares donde se pueden modelar la gestión y gobernanza colectiva.

Datos Medioambientales y Climáticos Accesibles y Utilizables

Existen especificaciones técnicas, normas, comunidades de práctica y métodos (por ejemplo, RDA⁴, FAIR⁵, CARE⁶) de referencia para abordar la accesibilidad de los datos, pero esta parte del artículo se enfoca en varios fundamentos, que a menudo, se pasan por alto a la hora de garantizar que los datos medioambientales y climáticos sean tanto accesibles como utilizables.

Para empezar, “abierto” no supone la accesibilidad o usabilidad. Aunque se están realizando esfuerzos para abrir los conjuntos de datos medioambientales y climáticos, los datos abiertos nunca han sido automáticamente accesibles; a veces, la apertura ha sido utilizada como un táctica para responder a los requisitos de datos abiertos asegurando al mismo tiempo que los datos no puedan ser utilizados. En términos generales, los requisitos de datos abiertos deben ir acompañados con estándares de accesibilidad (que se encuentran en las normas y prácticas mencionadas anteriormente, como FAIR y CARE) que garanticen la usabilidad tanto para los fines básicos previstos como más allá de la intención original.⁷

Si queremos hacer frente a este momento de rotunda urgencia para abordar el cambio climático y las injusticias medioambientales, el uso de los datos para fines distintos a los previstos originalmente debería ser una consideración central más allá de la investigación primaria. Cuando se recopilan datos medioambientales, casi siempre se hace es en respuesta a una pregunta de investigación propuesta que luego determina la metodología de recolección y uso. Sin embargo, los datos que recopilamos serían mucho más significativos si se considerara la accesibilidad y usabilidad junto a la metodología de investigación, recopilación y prácticas de gestión. Un objetivo central de nuestro esfuerzo colectivo en la investigación climática y medioambiental debería ser garantizar que otros científicos, científicos sociales, investigadores de la salud pública, investigadores comunitarios y otros tengan acceso a los datos que permitan hacer preguntas nuevas y/o diferentes y crear sus propias soluciones (véase el informe de oportunidades del Open Environmental Data Project sobre los datos, Beyond Original Intent⁷ para ver ejemplos de posibles acciones medioambientales a través de datos accesibles y utilizables.

Subrayar la capacidad de pensar y usar los datos en diferentes formas, garantizar que los datos sean accesibles y utilizables puede, de la misma forma, llevar a historias nuevas y diferentes sobre la experiencia medioambiental y climática. Los datos como parte del conocimiento común pueden traducirse desde diferentes perspectivas, especialmente aquellos que a menudo se pasan por alto, y conducir a nuevas preguntas de investigación y soluciones que habrían sido imposible descubrir si los datos estuvieran separados de las personas y los lugares. Para asegurarnos de esto, debemos centrar la atención en el ciclo de vida completo de los datos—preguntándonos cómo son la vida y el más allá de los datos medioambientales y climáticos. A menudo, dependemos de acuerdos institucionales anticuados (por ejemplo, acuerdos para compartir datos) que impiden los derechos de propiedad, control, gestión y accesibilidad a personas que deberían tener la capacidad explícita de usar los datos. Como una persona de la comunidad interesada en los datos climáticos y medioambientales, parte de nuestra responsabilidad para garantizar la accesibilidad y el usabilidad debe ser modelar e intentar diferentes métodos para gobernar los recursos de datos compartidos.

Como indica lo anterior, hemos dedicado una cantidad significativa de tiempo y recursos considerando la infraestructura técnica de los datos medioambientales y climáticos, pero para que los datos sean utilizables, la infraestructura social que pone en funcionamiento los datos deben recibir la misma consideración. Actualmente los sistemas de datos técnicos están recibiendo la mayor atención, especialmente a medida que los avances tecnológicos superan ampliamente las infraestructuras donde viven los datos, relacionados con la toma de decisiones y la gobernanza medioambiental. Si bien es importante repensar nuestra infraestructura digital y priorizar la modernización y actualización de los sistemas, en el otro extremo de la balanza, también debería existir un plan para revisar los modelos obsoletos de modo que: 1) se comuniquen con las herramientas y tecnologías de las que disponemos hoy en día; 2) los metadatos y las historias puedan convivir junto con otros conjuntos de datos medioambientales; y 3) los investigadores tengan una gran cantidad de datos disponibles para formular nuevas preguntas como las descritas anteriormente. Paralelamente a nuestras intervenciones técnicas, la infraestructura social y el contexto de los datos requieren la misma, sino mayor consideración. Es necesario actualizar el diseño de los procesos y prácticas de trabajo, los programas de formación y los programas de educación superior que canalizan a las personas hacia puestos de control y cumplimiento, y la transferencia de conocimientos entre el personal de los organismos (más cerca de las comunidades) y directores (poseedores de la cultura institucional) para crear una fuerza de trabajo que esté realmente comprometida con las complejidades de la accesibilidad y uso de los datos. Deberíamos enfocarnos en cómo piensan las personas sobre los conjuntos de datos con los que trabajan y mantienen; cómo se centran en las personas que se verán afectadas por la decisiones que se tomen a partir los datos; cómo garantizan que se cumplirán los objetivos de justicia y equidad a través de sus prácticas diarias; y cómo se conectan con otras personas para encontrar, comprender, contextualizar y compartir datos.

Finalmente, en todas las consideraciones, un elemento clave e importante es desentrañar el espacio de los datos medioambientales, creando espacios bien gobernados, usables y productivos para que personas de distintos sectores aborden las consideraciones anteriores de una forma colaborativa. Sin esto, seguiremos corriendo el riesgo de crear redundancias, duplicaciones y un futuro medioambiental obstaculizado por la falta de capacidad para coordinar y colaborar.

Gran parte de la labor del Open Environmental Data Project⁸ se centra en examinar estas estructuras de accesibilidad (o la falta de ellas) a través de nuestros proyectos de colaboración, tales como Beyond Compliance,⁹ un próximo Data Facilitators Consortium,¹⁰ Open Climate,¹¹ y en general garantizando la existencia de espacios y oportunidades para que la gente se coordine y trabaje en problemas estructurales dentro del espacio de datos medioambientales y climáticos. Como una comunidad de profesionales de los datos medioambientales, apuntamos a asegurar que, en lugar de crear programas en torno a conjuntos de datos singulares, las lecciones y lenguaje de los datos puedan ser ampliamente utilizados y sean accesibles a través de planes de estudio institucionalizados, talleres y entrenamientos que pasen la batuta del “desarrollo de capacidades” de la comunidad para incluir al gobierno y a otros. Dicha estructura es necesaria para asegurar que podemos trabajar de manera cohesiva hacia un mejor ecosistema de datos medioambientales.

El Poder de los Datos Comunitarios

También hay un poder significativo en la implementación y uso de datos medioambientales comunitarios y las herramientas que utilizamos para recopilar datos. El papel de los datos comunitarios en el paisaje de la gobernanza medioambiental es enorme y puede ir desde la educación comunitaria hasta la aplicación de la ley (aunque es mucho menos frecuente)12 pero debe considerarse como una pieza del rompecabezas. Los datos comunitarios pueden poner en marcha el proceso de investigación o gestión, ya que narran la historia de un lugar desde el punto de vista más íntimo: el de las personas que habitan en él. Las comunidades no son monolitos. Naturalmente, los intereses y prioridades de las personas que componen la comunidad difieren, especialmente cuando se trata de los recursos medioambientales o los medios de vida personales. Pero formar parte de una comunidad supone una responsabilidad—vínculos que se comparten y que nos unen unos a otros, ya sea a través del lugar, experiencias, u otros identificadores. Si bien los modelos de gobernanza y administración de datos han proliferado en otros espacios (por ejemplo, véase Connected by Data, Aapti Institute, y GovLab), han sido relativamente poco explorados en los datos medioambientales y climáticos. Es necesario diseñar modelos de gestión medioambiental para decidir colectivamente con quién, dónde y cómo compartimos nuestros datos. Los datos son una herramienta básica para la gobernanza del medio ambiente. Los investigadores, responsables de la aplicación y los oficiales de cumplimiento necesitan acceder a los datos para hacer su trabajo. Para las comunidades que se enfrentan a injusticias medioambientales, una parte clave para la desafortunada carga que soportan es demostrar el daño potencial, y los datos son una herramienta para hacerlo. Pero los datos medioambientales también pueden ser utilizados para hacer daño, tanto de una manera intencionada como no intencionada. Debido a las repercusiones de largo alcance de los datos medioambientales, se deben priorizar los modelos de gestión y gobernanza para el espacio en el que funcionarán (véase el trabajo emergente de OEDP en Community Data Hubs e Internet of Water).

El papel de la experiencia y los conocimientos locales ha tomado fuerza a media que han sido capaces de proporcionar contexto y significado a los conjuntos de datos medioambientales (por ejemplo, los conocimientos indígenas en las decisiones de política federal de los Estados Unidos13). El uso de estrategias como registros, documentación (por ejemplo, personas que guardan nuevas historias en el transcurso de una década sobre una instalación contaminante), el registro de los efectos sensoriales de la contaminación (por ejemplo, registros de olores), historias orales, y representaciones fotográficas narran las historias de las personas de un lugar en formas que los datos, como habitualmente los concebimos, no pueden hacerlo. Además, los datos e informaciones compartidas por las comunidades pueden proporcionar nuevas formas constructivas de pensar sobre una situación medioambiental; pueden poner énfasis y significado en lugares y objetos que son culturalmente importantes o sensibles (por ejemplo, el trabajo de Forensic Architecture13 en los cementerios, racismo medioambiental, y la contaminación en Luisiana). También puede conectar la gran cantidad de historias y discrepancias en todo el mundo a través de experiencias no contadas o compartidas anteriormente debido al colonialismo, neoliberalismo y la política ensombrecedora del atrincheramiento de la industria y el gobierno. Si bien la gobernanza medioambiental y la toma de decisiones tienen espacio para las aportaciones, como en los procesos estadounidenses de respuesta a las solicitudes de información de los organismos federales (por ejemplo, las solicitudes de información de la OMB14 sobre el fomento de la equidad y las solicitudes de información de la OSTP15 sobre la participación y responsabilidad equitativas de los datos) y en los periodos de comentarios públicos, siguen siendo procesos oscuros que restringen los aportes de una gran número de personas de la población general. Como parte del trabajo que se está realizando, se debería diversificar la implementación de lugares para los aportes comunitarios a través de diferentes formatos de intercambio de información.

Diversas iteraciones—tales como la ciencia ciudadana, comunitaria y participativa—han tenido un lugar en las tomas de decisiones medioambientales de organismos como la Agencia de Protección Ambiental. Pero la ciencia participativa (que es la expresión de moda) ha sido vista en gran medida como una estrategia de divulgación, una forma de que el público interactúe en los programas federales en lugar de una táctica genuina para proporcionar y recibir datos e informaciones ricas que puedan conducir a una mejor gobernanza medioambiental. El lenguaje de “llenar vacíos de datos” ha complicado la historia debido a que es percibido como un marco minimizador, pero si equiparamos “llenar los vacíos de datos” con proporcionar datos locales, contextuales y delimitados en la comunidad que se puedan trabajar paralelamente con grandes conjuntos de datos y/o con programas de monitoreo gubernamental, existe un gran valor. Aunque los problemas de capacidad persisten tanto en el gobierno como en las comunidades y existen las mismas preocupaciones acerca de la creación de espacios donde podamos trabajar en colaboración en estos ecosistemas de datos conjuntos, el creciente interés en la justicia y equidad señalan claramente que éste es un momento privilegiado para enfocarse en desafiar estas barreras.

Paralelamente al auge de los datos comunitarios, también ha surgido un conjunto de herramientas diseñadas para que el monitoreo del paisaje sea más accesible, incluyendo software libre, hardware científico abierto, y otras formas de herramientas de bajo coste (categóricamente diferentes a las herramientas abiertas debido a su naturaleza patentada). El papel de los datos comunitarios mejoraría enormemente con una mayor inversión en herramientas abiertas que conduzcan a la vigilancia medioambiental por una variedad de razones, pero una de las que cabe destacar aquí es que las herramientas como el hardware científico abierto pueden cambiar la forma en que entendemos los datos a través de los procesos, tales como critical making,16 donde aprendemos a medida que utilizamos las herramientas, las corregimos, creamos nuevas versiones, y recopilamos y analizamos los datos resultantes.

Esto conduce al punto final sobre los datos comunitarios en el contexto medioambiental y climático. A medida que más comunidades empiezan a experimentar los efectos del cambio climático, y a medida que la justicia medioambiental entra en el diálogo general, los datos comunitarios en todas sus formas pueden convertirse en una herramienta poderosa para el desarrollo de la comunidad. Los datos medioambientales y climáticos pueden proporcionar una fuente central—ya sea para indicar una tendencia negativa de salud o para señalar un lugar donde se está llevando a cabo un proyecto de restauración de humedales—para que la gente se reúna en torno a ellos. Al crear herramientas accesibles en torno a los datos y la ciencia, podremos equipar mejor a las personas con nuevas formas de participar en las decisiones sobre su entorno en lugar de relegar a la personas a actuar como simples espectadores. Incorporar los datos como una herramienta para el desarrollo de comunidades, gestión y una mejor gobernanza de los recursos compartidos puede contribuir a crear un futuro más centrado en las comunidades para todos nuestros entornos.

En este camino hacia un uso de los datos más claro y participativo en el ámbito del medio ambiente y climático, existen algunos desafíos: la falta de confianza entre los sectores; problemas con los espacios aislados que reducen nuestros objetivos medioambientales, climáticos y de justicia; falta de cohesión entre el personal de los organismos que trabajan con las comunidades y el personal encargado de la implementación de las políticas de los organismos; distribución de recursos que promueven la competencia en lugar de la colaboración para proporcionar soluciones a la crisis climática; y la intensidad de tiempo y recursos de la vigilancia comunitaria. La lista es larga, pero estos desafíos no son insuperables durante un periodo de relativa abundancia y urgencia rápida (necesaria para abordar el cambio climático y la contaminación), y un panorama digital maduro que nos haya proporcionado numerosas herramientas para la colaboración.

Si queremos moldear un futuro para abordar la contaminación ambiental y el cambio climático, los datos deben ser parte de él, y todas las personas que participan en la creación mantenimiento y uso de datos—desde científicos hasta comunidades preocupadas—deben tener un lugar para hacerlo. Los datos medioambientales por sí solos no cambiarán al mundo, pero la forma en que ponemos esos datos a trabajar para nosotros y los aplicamos para pensar cohesivamente en quién forma parte de nuestras decisiones medioambientales pueden llevarnos a lugares donde es posible un futuro medioambiental más colaborador y productivo.

Bio:

Shannon Dosemagen dirige el Open Environmental Data Project (OEDP). OEDP se centra en la creación de espacios para hacer crecer la conversación global sobre el acceso y uso de los datos medioambientales y climáticos. Anteriormente, fue co-fundadora de Public Lab, una comunidad que utiliza enfoques abiertos para apoyar a las personas a plantear y responder preguntas medioambientales, y se desempeñó como su directora ejecutiva durante una década (2010-20). Dosemagen también es co-fundadora de Gathering for Open Science Hardware y colaboradora en la comunidad Open Climate. Por su trabajo, ha recibido becas de las Fundaciones Shuttleworth y Claneil, El Centro Berkman Klein para Internet y Sociedad de la Universidad de Harvard. Actualmente forma parte de los consejos de Code for Science and Society, de Open Science Hardware Foundation, y (US) National Parks Conservation Association. Anteriormente, presidió el National Advisory Council on Environmental Policy and Technology (NACEPT) y la Citizen Science Association.

Referencias:

  1. US EPA, O. A. Selections for the ARP Enhanced Air Quality Monitoring Competitive Grant. (2022).
  2. Public Lab. https://publiclab.org/.
  3. Justice40. The White House https://www.whitehouse.gov/environmentaljustice/justice40/ (2022).
  4. RDA. https://www.rd-alliance.org/.
  5. FAIR principles. GO FAIR https://www.go-fair.org/fair-principles/ (2017).
  6. CARE Principles —. Global Indigenous Data Alliance https://www.gida-global.org/care.
  7. Hoeberling K. Beyond original intent: Environmental data stewardship for diverse uses. https://www.openenvironmentaldata.org/research-series/beyond-original-intent.
  8. Open Environmental Data Project. https://www.openenvironmentaldata.org/.
  9. Beyond Compliance Network. https://www.openenvironmentaldata.org/pilot-type/beyond-compliance-network.
  10. SEEKCommons. https://www.openenvironmentaldata.org/pilot-type/seekcommons.
  11. Open Climate. https://www.openenvironmentaldata.org/pilot-type/open-climate.
  12. Dosemagen, S. & Parker, A. Citizen science across a spectrum: Building partnerships to broaden the impact of citizen science. Sci. Technol. Stud. 24–33 (2018) doi:10.23987/sts.60419.
  13. White House commits to elevating indigenous knowledge in federal policy decisions. The White House https://www.whitehouse.gov/ostp/news-updates/2021/11/15/white-house-commits-to-elevating-indigenous-knowledge-in-federal-policy-decisions/ (2021).
  14. Management and Budget Office. Methods and Leading Practices for Advancing Equity and Support for Underserved Communities Through Government. Federal Register vol. 86 24029–24032 Preprint at https://www.federalregister.gov/d/2021-09109 (2021).
  15. Science and Technology Policy Office. Request for Information; Equitable Data Engagement and Accountability. Federal Register vol. 87 54269–54270 Preprint at https://www.federalregister.gov/d/2022-19007 (2022).
  16. Institutions for Civictechnoscience.pdf. Google Docs https://drive.google.com/file/d/1ODYUA2BcTY-4DecPGxNybdDo7DimoMAz/view.