Ellie Balk ha trabajado como artista profesional por más de dieciocho años. Actualmente vive en Brooklyn aunque trabaja internacionalmente. Su obra Visualizing Mathematics ha sido publicada nacional e internacionalmente y ha sido adaptada para ser utilizada en el plan de estudios de la escuela primaria y secundaria. Su obra artística pública se puede experimentar ampliamente por toda la ciudad de Nueva York y San Luis, Missouri, a nivel nacional así como también internacionalmente en Buenos Aires, Argentina; Mae Rim, Tailandia; Senegal, África Occidental; y Marrakech, Marruecos. Ellie tiene un título de licenciada en artes de la Universidad Estatal de Bowling Green en Ohio y una maestría en bellas artes del Instituto Pratt.
¿Por qué te atrajo la creación de arte público (comunitario o municipal) en general, y específicamente, qué te hizo basar tus murales e instalaciones en datos locales? ¿Fue una idea que se cristalizó con el tiempo, o un evento particular precipitó tu deseo de llevar tu arte en esa dirección?
Aunque no tomé clases de arte en la escuela secundaria, sí tuve una experiencia profundamente conmovedora y decisiva con un terapista de arte a la edad de diecisiete años. Después de ese encuentro, reconocí lo poderoso que puede ser el arte y cuán poderoso era para mí. Eventualmente decidí inscribirme en un programa universitario de terapia artística en la Universidad Estatal Bowling Green. Cuando llegué allí, recuerdo que el libro de texto era de papel rosa con un pato y era horrible, así que abandoné la parte de terapia y me enfoqué en la parte del arte.
Siempre he sido una persona curiosa. Me gusta mirar las cosas muy de cerca. En los museos me gritan todo el tiempo, quería rebelarme contra ese sentimiento y hacer obras que pudiera tocar y con las que pudiera interactuar. Tenía grandes ideas y todo giraba en torno a esta idea de arte interactivo. A través de mi programa, recibí la oportunidad de estudiar en Italia por un año. Caminando por los alrededores vi todas estas obras súper famosas, pero la mayoría de ellas estaban detrás de andamios, siendo restauradas meticulosamente. Estas obras de restauración parecían carecer de cierta autenticidad en su historia y me pregunté a qué valía la pena aferrarse. Y así fue como me propuse sacar el arte de los pedestales y crear obras que pudieran ser interactivas. ¡Comencé a experimentar con pintura, utilizado cualquier cosa que pudiera encontrar que no fuese un pincel! Cuando regresé a Bowling Green, encontré un grupo maravilloso de amigos con quienes hacer arte. Teníamos este enorme estudio, y podíamos pintar sin tener que preocuparnos de si tenía un significado o no. Esas fueron, probablemente, las mejores pinturas que hice, lo más libre que me he sentido. Si nos atascábamos con nuestras pinturas, los intercambiábamos, y así fue como comenzó el aspecto colaborativo de mi obra.
Cuando me licencié, continué en la misma línea. Para mi tesis, organicé una fiesta. Tenía personas fichando y saliendo para poder reunir datos a medida que las personas entraban y salían y crear juegos. Hice muchas obras que codifiqué (visualmente) para que tuvieras que leerlas o para que pudieras tocarlas, moverlas, o manipularlas de alguna forma. También realicé estas enormes pinturas colaborativas donde invitaba a todo tipo de personas, no solo artistas, a pintar conmigo y luego compartía partes de las obras terminadas con ellos. Yo controlaba el color (para que no se enturbiara) y los pinceles, pero el único parámetro era no incluir ningún símbolo o palabra reconocible. Las imágenes colectivas resultantes realmente me hablaron y me inspiraron a seguir trabajando.
Mi primera obra de arte pública independiente fue You are here (2008). Es un mapa circular de 3,4 metros pintado en la esquina de la avenida Vanderbilt con la avenida DeKalb: en el centro exacto, este y oeste y norte y sur, de donde se encuentran los vecindarios de Clinton Hill y Ft. Greene (en Brooklyn, NY). En ese momento, mi vecindario, Clinton Hill, estaba atravesando una oleada de aburguesamiento. El mercado de pulgas que comenzó en la iglesia de la esquina se hizo famoso en la zona y atrajo a mucha gente nueva a nuestro vecindario. Fue una época extraña: vi que mis vecinos se iban y que llegaba gente nueva. Este fenómeno me hizo querer crear una obra que celebrara el hogar. Así que creé un mapa, pero eliminé los nombres de las calles y las codifiqué por colores. Algunas personas lo vieron como mosaico de colores, pero las personas que habían vivido en el vecindario por mucho tiempo, inmediatamente lo reconocieron como un mapa de su hogar. Luego, invite a la gente a poner un punto en el mapa donde ellos vivían, pero aun así no puse los nombres de las calles de modo que dependían completamente de las personas que conocían el vecindario para decirles donde estaban para poder colocar sus puntos. Eso fue muy interesante y me dio escalofríos, porque de alguna manera, simplemente con poner el punto donde vivían, se rompieron todas las barreras y las personas empezaron a hablar entre ellas: “Oh, mi tía vive por aquí” o “¿Cuánto tiempo has vivido allí?” ¡Y a mí, me ayudó a crear mi primer conjunto de datos! Me hizo pensar de dónde había venido la gente para llegar a este lugar y cómo el tamaño de nuestra comunidad, de alguna forma, está definido por qué tan lejos viajamos para llegar a donde queremos ir.
Es interesante que digas que tu incursión en el arte fue a través de la terapia artística, porque parece que de cierto modo has cerrado el círculo. A través de tu proceso de recolección de datos y visualización, le das una voz a la gente de la comunidad; les haces sentir que son vistos y escuchados. ¿Qué tipo de respuesta has recibido por parte de la gente que ha participado en tu proceso?
Recuerdo que una vez, estaba comenzando un nuevo proyecto en un salón de clases y había mostrado una diapositiva de uno de mis murales comunitarios colaborativos. Esta chica dijo, “¡Oh, yo hice eso!” Creo que una vez que la gente pinta un muro, se vuelve suyo, de cierto modo. Cuando alguien participa en un proyecto como este, se apropia de él. He visto el poder que eso tiene y la forma en que la gente puede conectarse a través de esta experiencia. Por ejemplo, todo el trabajo basado en matemáticas que hemos estado realizando con los estudiantes de la escuela secundaria—no se trata tanto de los conceptos matemáticos. Es muy simple. Enseñamos transformaciones geométricas, enseñamos a crear patrones con números, pero a lo que realmente damos espacio es a la oportunidad de confiar en las matemáticas. Eso es—¡y hacer amigos! Ahora estos estudiantes tienen un sentido de conexión con su trabajo, con sus compañeros, y se sienten más motivados a asistir a clases, tienen una mayor probabilidad de aprobar los exámenes regentes y finalmente graduarse. Yo no fui una buena estudiante en la escuela, y ha sido profundamente conmovedor ver la diferencia que estos proyectos han marcado respecto al compromiso de los estudiantes. Esta es mi motivación para trabajar con estudiantes, particularmente con los que tienen dificultades como yo las tuve.
Me gustaría ahondar más en tu proceso. ¿Cómo comienzas un proyecto? ¿Cómo plasmas la historia que quieres contar con tus datos en un espacio físico? En el caso específico del mural en la sede de Spotify, ¿qué te hizo utilizar tanto el techo como las paredes?
Creo que es un poco diferente para cada proyecto. Para mí, es más fácil si no tengo una idea preconcebida de cómo va a ser. Me siento inspirada principalmente por las limitaciones del espacio (donde vivirá la obra), luego paso a la fase de recolección de datos. Una de mis partes favoritas del proceso—y una de las más difíciles—es llevarlo de la hoja de cálculo a un formato visual. Utilizo lápiz y papel, Illustrator, y Procreate para esbozar mis ideas. Puede tomar mucho tiempo crear el sistema y luego equipararlo todo matemáticamente en una sola idea. A menudo llamo a mi mejor amiga, que es un genio de las hojas de cálculo, para pedirle ayuda en esta etapa, y ella me ayuda a ver los datos presentados en diferentes formas.
El mural de Spotify (Genre of Color, 2021, Figura 1), por ejemplo, fue un verdadero desafío debido al espacio. Había todos estos bancos de ascensores que rompían el espacio de la pared y dificultaban la narración de datos. Entonces, aunque no quería volver a pintar un mural en el techo, fue donde me di cuenta que debía estar el mural, ya que el techo era el espacio más ininterrumpido. Después, se me ocurrió la idea de que el eje x podía ir justo en el medio, y que podía mostrar dos conjuntos de datos diferentes a partir de esa idea. Al final, ¡todo encajó a la perfección! También me emocionó trabajar con más datos cualitativos; estaban basados en la asociación de diferentes colores con palabras y sonidos. Fue un proyecto mágico—Incluso trabajé con la persona que escribe los algoritmos para tu radar semanal en Discover Weekly, ¡que escucho obsesivamente!
Uno de los proyectos más desafiantes fue un gran vitral que realicé recientemente utilizando datos de una encuesta (Where We Are Home, 2022). A todos los estudiantes en una escuela de Elmhurst, Queens, un enorme vecindario de inmigrantes, se les preguntó dónde habían nacido, dónde estaba su hogar para ellos, y qué color les recordaba más a su hogar. Los más pequeños de la escuela también fueron incluidos, así que no sé qué tan exactos sean los datos, ¡pero eso solo hace que la obra sea más interesante para mí! Recibí casi quinientas encuestas completadas. El diseño de esta obra supuso un reto debido a que todas las ventanas que albergarían los vitrales eran de diferentes tamaños, así que fue difícil ajustarlas a una unidad de medida estándar. Adicionalmente, no quería que se viera tan uniforme en un espacio tan grande. Me di cuenta de que podía colocar los datos en columnas en base a las distancias de estos lugares a Nueva York1, pero cuando examiné la disposición, me di cuenta de que estas largas diagonales no funcionarían con la técnica del vitral que conocía—se romperían. Tuve que aprender a hacer vitrales de plomo para dar vida a mi visión, que es un proceso completamente diferente. Desde la recolección de datos hasta la instalación de este vitral de 24 metros cuadrados pasaron solo tres meses, ¡lo que fue una locura maravillosa! Necesité mucha ayuda y estoy muy agradecida por todas las personas que conocí en el proceso. Algunas veces, ese es el resultado más mágico e inesperado de un proyecto.
¡Recientemente has trabajado con madera, vidrio y arcilla! ¿Con qué material/proyecto has disfrutado más trabajando en los últimos tiempos y qué te interesa más explorar en el futuro cercano?
¡El último año ha sido muy emocionante, porque todo ha supuesto un nuevo reto! Para mi proyecto más reciente (The Place Where the Sun Sets, 2022), que fue en una residencia artística en Marruecos, pensé que solo me limitaría a pintar. Al principio no quería sugerir nada demasiado ambicioso, demasiado difícil. Y sin embargo, cuando llegué allí, todavía estaba pensando en una propuesta que había escrito recientemente sobre la construcción de un reloj solar, y comencé a hablar con el hombre que dirige la residencia. Nos sumergimos profundamente en una discusión sobre el tiempo. Acababa de bajar del avión, y estaba bastante afectada por el desfase horario, y cuando salí, recuerdo que era el mediodía y había mucha luz. Mi sombra era minúscula, y cuando miré el reloj, me di cuenta: “¡tengo que hacer un reloj de sol!” Entonces, comencé a estudiar el movimiento de la tierra y a realizar pruebas quince horas al día. En la residencia, hay un ceramista de tiempo completo y un horno enorme, así que pronto quedó claro que tenía que trabajar con arcilla. Nunca antes había trabajado con arcilla, ¡pero terminé creando un reloj solar de arcilla de cinco metros de diámetro! Tuve suerte de tener mucho apoyo y ayuda. Está diseñado de forma que la sombra proyectada por el gnomon (la pieza central) al mediodía durante el solsticio de verano y de invierno y el equinoccio de primavera y otoño se alinea con el diseño codificado por colores en la parte central del reloj solar. Está hecho para funcionar en Marrakech, por supuesto, pero también en Brooklyn (de donde soy) y en Verbier, Suiza (un lugar favorito de la pareja que dirige la residencia). ¡Me siento muy orgullosa de mí misma por haber creado esto! Y creo que de cierta forma es gracioso—“Muy bien, nunca antes había hecho algo como esto, ¡entonces hagámoslo en grande!” También disfruté mucho trabajando con vitrales. De hecho, acabo de terminar una propuesta para un reloj de sol gigante de vitral, donde cada pieza es elaborada en vidrio, porque me encanta esta idea de transformación y ver cómo los colores se superponen y cambian gradualmente. En este momento estoy mirando a través de una ventana de vitrales, y se ve muy diferente dependiendo de lo que haya detrás y cómo la luz se filtra a través de ella. ¡Realmente quiero jugar con esa idea!
Acabo de terminar una pintura en Tennessee, y le estaba diciendo a mi amigo, que me estaba ayudando, que no había pintado un proyecto de mural formal en tanto tiempo que era agradable volver a hacerlo. Para mí es algo natural. Al final del día, soy creadora de corazón. No soy una matemática, ni una científica de datos. No soy nada de esas cosas salvo una creadora. Esa es la parte que me sale de forma natural.
Biografía de la Entrevistadora:
Sujata Bhattacharyya es una investigadora, anteriormente en el campo de la biología del desarrollo, para quien el dibujo ha sido un pasatiempo agradable, así como también una herramienta para la observación, el aprendizaje, el pensamiento y la comunicación a lo largo de sus años en el mundo académico. Más recientemente, ha estado explorando formas impactantes en las que dibujar pensamientos e ideas, que puedan ayudar a sintetizar la información, sacar a la luz nuevas perspectivas y exponer brechas de conocimiento, permitiendo así una resolución de problemas más eficaz. Actualmente está plenamente comprometida con la participación en procesos y comunidades (¡como este!) que fomenten el pensamiento multidisciplinario e interseccional como un medio para hacer frente a la creciente complejidad del mundo en el que vivimos y co-creamos.
Referencias / Texto de la Columna Lateral:
- En el sitio web de Ellie (elliebalk.com), ella señala que encontró la inspiración para el diseño de esta obra en una línea de tiempo manuscrita de la novela clásica de ciencia ficción de Olaf Stapledon de 1930, La última y la primera humanidad.